DIVERSOS ESTUDIOS DEMUESTRAN LA AFECCION DE PLAGICIDAS Y HEBICIDAS
La ley Foral de Protección y Gestión de la Fauna Silvestre y sus Hábitats, tiene muy claramente establecido en su articulado el respecto por los hábitats silvestres y el mantenimiento y mejora de la biodiversidad de la fauna silvestre y de los hábitats naturales, pero una cosa es la teoría que queda muy bonita en papel y otra la realidad. Si acudimos a su artículo 2, podemos comprobar que las Administraciones Públicas tienen el deber de velar por el mantenimiento de la biodiversidad mediante medidas para la conservación de la fauna y de sus hábitats naturales, lo que conlleva, tanto las acciones positivas encaminadas a su potenciación como aquellas destinadas a la prevención y eliminación de las conductas y actividades que supongan una amenaza para ello.
Sin embargo, si nos atenemos a lo que en realidad se está haciendo, desde ADECANA vemos que los pasos que se están dando son demasiado lentos solucionar los problemas que existen, y si bien es cierto que en lugares concretos el Departamento de Medio Ambiente está realizando mejoras en hábitats ligados a especies en peligro de extinción, echamos en falta que se implante a nivel general, donde brilla por su ausencia salvo la labor que en este aspecto se está haciendo en los cotos a través de las asociaciones de cazadores en parte subvencionadas por la Administracion, obteniéndose resultados que si se extendieran al resto del territorio mejorarían mucho estos problemas.
La conservación de las aves ligadas a la estepa cerealista, unas protegidas, como las avutardas, los sisones, las gangas, etc, como otras cinegéticas como la perdiz roja y la codorniz, están amenazadas por muchos y diversos factores, como son el uso de productos plaguicidas y herbicidas, la recolección de las cosechas y la recogida de la paja, el excesivo número de especies predadoras que habitan en el medio, y en la suma de todos ellos resultan afectadas a lo largo de todo el año, ya que los efectos de la siembra con semillas tratadas y el herbicida que se echa en los campos les afecta a lo largo del crecimiento del cereal, y cuando anidan en los cultivos muchos nidos son destruidos por la maquinaria de recolección del cereal y la recogida de la paja, no acabando aquí el problema, ya que desde su nacimiento hasta el otoño tienen que sortear el ataque de muchos predadores que intentan comérselas. Por ello a ADECANA no le resulta nada extraño que las contadas avutardas que hay en Navarra en peligro de extinción no aumenten, que por ejemplo que el número de sisones que había en Navarra, a pesar de que no son objeto de aprovechamiento cinegetico al estar estrictamente protegidos haya disminuido de los 1.000 machos que había hace unos 10 años a los 50 que estiman que hay ahora, o que las perdices no aumenten como debería de constatarse por los cuidados que reciben por parte de los cazadores.
PROBLEMAS QUE ESTAN GENERANDO LOS PLAGICIDAS Y HERBICIDAS
Como todos sabemos, la pérdida de hábitat y la intensificación de la agricultura han sido muy perjudiciales para muchas especies de fauna asociadas a los territorios agrícolas. Hoy en día el campo tiene que producir más y así garantizar recursos, especialmente los alimentarios, utilizando para ello productos químicos para evitar el efecto de plagas y aumentar el rendimiento de las cosechas.
El uso de productos plaguicidas es una de las principales amenazas para la conservación de las aves que viven en ambientes agrícolas, ya que en estos hábitats, una práctica muy extendida consiste en el tratamiento de las semillas de siembra con productos insecticidas y fungicidas, siendo este una de las grandes asignaturas que el Departamento de Medio Ambiente y la Dirección de Agricultura tienen el deber de resolver, sustituyéndolos por otros menos nocivos para la fauna.
Muchas aves utilizan las semillas “blindadas” con las que se siembran los campos de cultivo como fuente de alimento, especialmente en épocas de escasez, ya que buena parte de ellas se queda en la superficie de los campos agrícolas tras la siembra, y esto según los estudios realizados afirman que suponen un riesgo para su salud.
Efecto del fungicida tebuconazol sobre el éxito reproductor de las aves granívoras
Un trabajo experimental del equipo de López-Antia, Ortiz Santaliestra, Mougewot, Camarero y Mateo titulado “Birds feeding on tebuconazole” publicado en 2021 basado en escenarios reales de campo demuestra que la ingestión de semillas de cereal tratadas con el fungicida tebuconazol reduce el éxito reproductor de las aves granívoras, lo que supone un alto riesgo para su conservación.
Una familia de productos plaguicidas muy utilizados para el tratamiento de semillas de cereal son los fungicidas triazoles, de los cuales el más utilizado en España es el tebuconazol. En mamíferos, existen estudios que apuntan a que este compuesto altera los niveles de hormonas esteroideas con consecuencias negativas para la reproducción. En aves, un trabajo previo del proyecto regreseeds desarrollado por el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos), ya apuntaba a que el mismo tipo de disrupción hormonal sucedía tras la exposición de perdices rojas a semillas tratadas con este compuesto.
Ahora, investigadores de la Universidad de Amberes y del Grupo de investigación en toxicología de fauna silvestre del IREC, han realizado un experimento para entender los mecanismos de acción del tebuconazol y las consecuencias de su exposición sobre la reproducción y la supervivencia de las aves, usando a la perdiz roja (alectoris rufa) como modelo de estudio; y los resultados del estudio han revelado que las perdices sometidas a una exposición alta a semillas tratadas con tebuconazol (escenario que simula que la alimentación de las perdices consiste únicamente en semillas tratadas durante 25 días) presentaron niveles reducidos de colesterol y triglicéridos en plasma, mientras que las perdices sometidas a una exposición baja –escenario que simula un 20% de semillas tratadas en la dieta de las perdices durante 25 días– presentaban niveles reducidos de triglicéridos. El colesterol es el sustrato metabólico para la producción de las hormonas esteroideas, por lo que el efecto observado puede llevar a una disrupción endocrina y, por tanto, puede tener consecuencias en la reproducción. Además, el colesterol es un componente importante en el huevo de las aves necesario para el desarrollo del embrión.
Estas consecuencias para la reproducción fueron confirmadas al evaluar el éxito reproductivo de las parejas de perdices dos meses y medio después de haber finalizado la exposición a las semillas tratadas. En este caso, los resultados revelaron que las parejas sometidas a una exposición alta a Tebuconazol presentaban una menor tasa de eclosión de los huevos fecundados, o lo que es lo mismo, una mayor mortalidad embrionaria. Esto, junto con una tendencia a producir puestas más pequeñas, resultó en un tamaño de pollada significativamente menor en estas parejas en comparación con las parejas control.
Los hallazgos de este estudio deben ser considerados en combinación con los obtenidos en trabajos previos de campo, en los que se ha observado que las semillas de cereal representan una media del 53,4% de la biomasa ingerida por las perdices silvestres en la época de siembra, pudiendo alcanzar hasta un 89% en ciertas regiones, habiendo utilizado para ello sistemas acordes con lo que sucede en condiciones reales de campo, por lo que los resultados obtenidos demuestran que el uso de semillas tratadas con Tebuconazol supone un alto riesgo para la conservación de las poblaciones de aves granívoras. Estos resultados son de suma importancia para la correcta regulación de este y otros compuestos plaguicidas similares.
Efectos del fitosanitario Imidacloprid
Otro ejemplo son los estudios que desde hace años Lopez-Antia y sus colaboradores están trabajando en el estudio de los efectos del Imidacloprid en la perdiz roja. Este fitosanitario se utiliza en las "semillas blindadas de cereal", semillas que pueden ser ingeridas por las perdices dado que no todas quedan introducidas en la tierra.
Los investigadores simularon en cautividad los efectos del Imidacloprid, dando la dosis recomendada para su uso y el 20% de la dosis, en dos períodos concretos, otoño y finales del invierno, y los resultados fueron contundentes: todas las perdices que ingirieron la dosis recomendada de uso murieron durante el otoño (en total comieron durante 21 días), y las que comieron el 20% de la dosis no murieron, pero los análisis realizados mostraron valores fisiológicos alterados por dicha ingestión. Además, los autores destacaron el descubrimiento de la acumulación del Imidacloprid en el hígado (lo cual facilitará próximos estudios) y los efectos negativos en la reproducción de aquellas perdices que no mueren, pero que quedan afectadas.
Aquí os dejamos los enlaces a los dos trabajos, que son muy interesantes: