CUIDADO CON EL CALOR Y LA INACTIVIDAD
Desde ADECANA les trasmitimos las pautas que deben de tener los cazadores con sus perros de caza en la época estival. El verano, para los perros de caza, se caracteriza por dos cosas, el calor y la inactividad. Uno y otro afectan de manera importante a los animales y tendremos que tener muy en cuenta estas circunstancias a la hora de manejarlos y atenderlos.
EL CALOR Y SUS CONSECUENCIAS
Las altas temperaturas que se alcanzan en el verano tienen diferentes consecuencias, directa e indirectamente sobre los perros. Una de las más importantes son los parásitos que se activan precisamente por las altas temperaturas. Y de entre todos los parásitos que actúan en la península, los más peligrosos son los mosquitos. La verdad es que la picadura de los mosquitos tienen poco o ningún impacto en los perros ya que no producen los molestos habones que provocan en los humanos, pero pueden transmitir dos de las enfermedades más graves y extendidas en la población canina: la leishmaniosis (enfermedad del mosquito) y la filariasis o (enfermedad del gusano del corazón).
En las zonas endémicas de estas enfermedades, es conveniente evitar que el mosquito pique al perro, lo que se puede hacer manteniendo al perro en el interior de la casa –donde el riesgo de picadura es menor- durante las horas y los días que los mosquitos están activos. De manera genérica, los mosquitos son activos de noche, y las noches que la temperatura es la idónea, entre 22 y 25 ºC. Por encima o debajo de esta temperatura, los mosquitos no se alimentan (es decir, no pican), así como en las noches que hace mucho aire.
Además, es conveniente dotar al perro de medidas que eviten las picaduras, o sea de antiparasitarios. Existen varios productos que podemos utilizar, aunque destaca la deltametrina, que se comercializa en forma de collar, conocido por la mayoría de los propietarios de perros de caza en zonas donde la enfermedad es frecuente. También existen antiparasitarios en forma de pipetas de diversas marcas.
Desde el pasado año existe una tercera posibilidad, la vacunación. Un laboratorio ha sacado una vacuna contra la leishmaniosis, que requiere tres aplicaciones espaciadas 21 días el primer año, y después un revacunación anual. Hay cierta controversia sobre su efectividad, pero hasta que se tenga más información, no deja de ser una defensa más.
PULGAS Y GARRAPATAS
Pero también hay que acordarse de otros parásitos, principalmente de pulgas y garrapatas. Las primeras, las pulgas, tienen pocas consecuencias patológicas graves en los perros, excepto la irritación y el picor que pueden ser muy muy molestos y a veces difíciles de erradicar. Las pulgas pueden ser un verdadero quebradero de cabeza para el dueño y el veterinario, pero un perro no muere por este motivo. En cambio, por las garrapatas sí que puede morir. Una garrapata tampoco es demasiado perjudicial para un perro, ya que la cantidad de sangre que le extrae para alimentarse en muy poca. Incluso muchas garrapatas juntas parecen no perjudicar demasiado al animal, lo que las convierte en peligrosas son las enfermedades que transmiten, entre ella la babesiosis, borreliosis, ehrlichiosis, etc. que aunque con nombres raros, son muy frecuentes y graves.
De nuevo, los antiparasitarios son la solución, aunque hay que tener en cuenta que no todos funcionan igual, y que dependerá en gran medida del tipo de parásito. En la actualidad solemos combinar diferentes tipos de antiparasitarios en un mismo perro, ya que es lo más efectivo. Por ello es conveniente hablar con el veterinario para que nos indique cual es la combinación más eficiente para la zona donde habita el perro.
Además de los parásitos, consecuencia del calor, aparece abundante vegetación que en el verano se agosta y endurece. Muchas especies de gramíneas utilizan un ingenioso sistema para propagarse a base de espiguillas, clavándose en el pelo de los animales. Estás también se convierten en un verdadero problema, especialmente en perros de pelo largo, ya que tienden a introducirse entre los dedos, oídos, ojos, nariz, etc., y no dan más que problemas. Durante todo el verano, los veterinarios tenemos que anestesiar a numerosos perros para extraerles espigas de todos los orificios naturales, especialmente de entre los dedos y los oídos. Todo ello provoca grandes claudicaciones y molestias en los animales, y el propietario tiene que estar pendiente de ellos, y gastar tiempo y dinero en el veterinario.
GOLPES DE CALOR
Otra importante patología relacionada con el calor es lo que denominamos hipertermia exógena, y que se conoce popularmente como golpe de calor. Esta se produce cuando los mecanismos naturales de refrigeración (en el caso del perro el jadeo) no son suficientes para bajar la temperatura corporal a valores normales. Un perro debe mantener su temperatura entre 38-39 ºC. Si hace calor, es decir si la temperatura exterior es alta, y sobre todo si hace ejercicio (en el que se genera mucho calor), el jadeo no es suficiente para mantener los 38-39 ºC. Si la temperatura corporal del perro sobrepasa los 42ºC, las proteínas celulares se dañan y comienzan los problemas. En esta situación el perro presenta una clara excitación, jadeando intensamente, buscando agua y sombra, y las mucosas cianóticas (azuladas). Si el perro no consigue bajar la temperatura, puede aparecer desorientación, vómitos, diarrea, micción sanguinolenta, coma y muerte.
El golpe de calor es un problema importante que hay que solucionar inmediatamente, ya que es una urgencia de la que depende la vida del animal. El mejor sistema es introducir el perro en agua (que no esté demasiado fría), controlando la temperatura para que no baje de los 39ºC, y mantenerlo en un lugar fresco (una sombra) donde corra el aire. En cualquier caso, aunque el perro se recupere normalmente, hay que visitar al veterinario para hacerle unos análisis, ya que pueden quedar secuelas como una insuficiencia renal. En los perros que han sufrido un golpe de calor, pueden quedar también afectados sus centros termo reguladores, por lo que estrían predispuestos a sufrirlo de nuevo.
INACTIVIDAD
El otro factor importante durante el verano es la inactividad. Esto puede ser un problema o una ventaja, según lo enfoquemos, ya que un perro de caza es un atleta, y debemos tratarle como tal. Y un atleta de alto rendimiento no puede mantener unas condiciones de máximo esfuerzo durante periodos de tiempo largos, necesita periodos de reposo para que el organismo se recupere, de lo contrario puede entrar en fase de agotamiento. En los perros de caza ocurre algo similar. Este hecho fisiológico de necesitar periodos de reposo entre los periodos de máxima actividad, se combina muy bien con las temporadas de veda. El periodo de veda se puede utilizar como fase de recuperación para evitar que el animal caiga en extenuación.
Hay que saber, además, que un buen entrenamiento se pierde en 4-8 semanas. Además, el hecho de que los picos entre el máximo entrenamiento y el reposo estén muy alejados no es bueno, es decir es negativo que durante la veda el perro no haga ningún ejercicio y durante la temporada someterle a un máximo rendimiento. Por ello es prudente tener un plan de ejercicios o “desentrenamiento” durante la temporada de veda. El tema es mucho más sencillo de lo que parece a primera vista. Basta con sacar al perro un par de veces por semana, para que corra y haga ejercicio durante 30-60 minutos. Esto le va a permitir tener una “base” de ejercicio, fondo y tono muscular, y será mucho más fácil ponerle en plena forma cuando comience la temporada.
Parte importante de la etapa de reposo durante la temporada de veda, es evitar que el perro aumente de peso. Lo mismo que ocurre con la forma física -que pasar de un extremo al otro no es bueno como ocurre con el peso. Los perros durante la temporada de caza no deben estar delgados, ni durante la temporada de reposo deben estar gordos. Recordar que un perro de tamaño medio (20 kg) en reposo, a una buena temperatura (20 ºC), necesita unas 1800 kcal. por día, lo que viene a ser unos 265 gr de pienso de buena calidad. Todo lo que demos de más, lo invierte en engordar.
EL ENTRENAMIENTO
Todos los años, vemos morir perros al inicio de la temporada por sobreesfuerzo. La planificación de un buen entrenamiento previo a empezar a salir de caza es la mejor prevención, y funciona. Siempre hemos dicho que el perro de caza es un atleta, y como tal necesita un entrenamiento programado. Como ningún atleta se puede mantener en plena forma y a máximo rendimiento durante todo el año, los periodos de máximo entrenamiento deben estar seguidos de periodos de descanso más o menos largos. En el perro de caza, estos periodos de actividad y máximo rendimiento coincidirán con los periodos de caza, para aprovechar los periodos de veda para el descanso y la recuperación del animal. Pero este entrenamiento y descanso debe estar sujeto a un plan, ya que es muy importante que los perros vayan cogiendo forma física poco a poco antes del comienzo de la temporada. También es importante que no pierdan del todo la forma física durante la temporada de descanso de la veda.
Para el entrenamiento de inicio de temporada, conviene comenzar aproximadamente mes y medio antes, dedicándole -por lo menos- tres días por semana en base a ir incrementando progresivamente el tiempo de ejercicio con carreras cada vez más largas. Se puede empezar con paseos de media hora, para terminar en paseos de dos o más horas justo antes de comenzar la temporada.
Durante la temporada de caza, también conviene hacer algo de ejercicio durante la semana, y no limitar toda la actividad a un gran ejercicio los fines de semana.
Para la época de descanso de la veda, hay que saber que un buen entrenamiento se pierde en 4-8 semanas. Es muy desaconsejable que los picos de máximo entrenamiento y reposo no estén muy alejados, es decir es muy negativo que durante la veda el perro no haga ningún ejercicio, y durante la temporada se dé grandes palizas. Por ello, en la temporada de veda es conveniente sacar al perro al menos una vez a la semana a que corra durante 20-40 minutos.