APUNTES SOBRE LA GESTION DEL JABALÍ, UN SUPERVIVIENTE NATO (I)

SU EXPANSION ES PRODUCTO DE UNA GESTION EQUIVOCADA QUE SE TENIA QUE HABER PREVISTO

El jabalí es actualmente la pieza de caza mayor más abundante, popular y valorada entre los cazadores navarros. En los últimos años, debido a la disminución de la caza menor, se está llevando el protagonismo de muchas de las jornadas de caza, ya que la disminución de la caza menor, así como su capacidad de soportar una gran presión cinegética, le han otorgado un puesto destacable en el panorama cinegético de Navarra.
Pero, ¿estamos haciendo una buena gestión sostenible de la especie? Para el doctor en Ciencias Biológicas Floren Markina le parece que no, siendo esta muy mejorable, indicando que hay varios aspectos que se deberían de cambiar para que la explotación cinegética sea realmente sostenible y controlable.

MOTIVOS PARA EL AUMENTO DE LA ESPECIE


En las últimas décadas, las poblaciones de animales de caza han sufrido grandes cambios. Desde un punto de vista genérico, las especies de caza menor han ido a menos, a mucho menos, y las de caza mayor han ido a más, a mucho más. Los motivos han sido diversos, estando los cambios socio-ambientales detrás de estos vaivenes. La realidad es que unas especies disminuyen y otras aumentan, y en el caso del jabalí, su incremento ha sido espectacular, y ha colonizado zonas donde apenas hace unos años su presencia era impensable.
Floren destaca varios motivos principales para el aumento de la especie. El primero de ellos es el abandono del campo y de la falta de gestión de los montes que están muchos llenos de maleza de donde es imposible sacar a los jabalíes y a la ausencia de cortafuegos donde se les pueda disparar, lo que promueve dos cosas importantes para el jabalí, el avance del monte y la cobertura vegetal, aumentando las zonas de cobijo que necesita, y la tranquilidad, algo que es indispensable para el buen desarrollo de la caza mayor. La segunda razón sería la desaparición de los grandes depredadores, especialmente del lobo, que eran los que mantenían la población bajo control capturando un gran número de jabalíes jóvenes. Y en tercer lugar se puede constatar cómo los actuales métodos agrícolas, y la implantación del Canal de Navarra, en cuya declaración de impacto ambiental no se hacía la más mínima mención a las consecuencias que ello iba a tener en este aspecto, están proporcionando una importante fuente de alimento para esta especie tan adaptable. Otros factores, como el posible cambio climático, pueden también estar favoreciendo que más camadas salgan adelante, sobre todo aquellas que nacen fuera de la temporada habitual de nacimientos.
Paralelamente, esta presencia de jabalíes por todas partes se está traduciendo en cuantiosos daños agrícolas y en un incremento de la siniestralidad en carretera por atropellos. Y sin embargo en opinión de ADECANA , “a pesar de que los cazadores no son el problema, sino la solución, la Administración, en vez de premiarles y ayudarles para que eliminen el excedente de ejemplares, normativamente se les castiga atribuyéndoles la responsabilidad en la causación cuando se producen atropellos de fauna cinegética si ese día ha habido relación directa con alguna batida de caza mayor que se haya realizado, o si han ocasionado daños en cultivos, algo que en la mayor parte de los casos es únicamente producto de su natural búsqueda de alimento. Esto es algo que va a haber que modificar, ya que el aumento de siniestralidad va a conllevar que el colectivo acabe negándose a seguir cazando las especies que causan daños si se les sigue echando la culpa por ello”.

CICLO BIOLÓGICO Y FENOLOGIA REPRODUCTIVA

Tanto en el norte como en el sur de Navarra, el ciclo vital del jabalí es esencialmente el mismo. La estructura básica es la unidad materno-filial, es decir, la de una madre con sus crías.
Por norma general, las hembras entran en celo hacia finales de año, o comienzo del nuevo año. Tras una gestación de 3 meses, 3 semanas y 3 días, los partos se producen de finales de febrero hasta mayo, concentrándose el pico de mayores nacimientos en marzo-abril. Hay que destacar que el momento en que una hembra comienza su ciclo reproductor está determinado por el peso. A partir de los 40 kg. De peso (algunos autores indican los 50 kg) las hembras son fértiles. Esto conlleva que en la actualidad, y debido a los cambios medioambientales y los cultivos intensivos, la disponibilidad de alimento ha aumentado considerablemente para esta especie, lo que hace que las hembras alcancen su período fértil antes, y por lo tanto comiencen sus celos con anterioridad a lo que ocurriría en sistemas ambientales menos alterados. Es por ello, en la actualidad y en pleno invierno, podemos abatir hembras en gestación o paridas, y encontrar camadas de rayones fuera de la temporada normal de cría, durante prácticamente todo el año (ver gráfico 1).

Las hembras de jabalí son muy prolíficas, el mínimo de crías en una gestación normal es de 4, pudiendo llegar a 8 en las hembras de mayor tamaño. Se cita en la literatura camada de 10 y más, y algún cazador nos ha relatado que ha abatido hembras de gran tamaño con 12 fetos a término en la matriz. Las crías son muy activas desde el nacimiento, y pronto y comienzan a alimentarse por su cuenta, compartiendo la lactancia con la comida que encuentran en el campo. Siempre siguen a su madre, que les enseña, protege y dirige. Las crías pasan por varias etapas de crecimiento en las que van cambiando su capa, que recibe diferentes nombres según el color, y que todos los cazadores conocemos, como son los rayones y bermejos.
Los machos siguen un ciclo diferente. Se separan del grupo cuando adquieren cierto tamaño, y viven una vida más solitaria. Pueden formar grupos de dos o tres ejemplares, muchas veces dirigido por un viejo macho de gran experiencia, al que se le unen uno o dos machos más jóvenes que se denominan “escuderos”, aunque no es raro encontrar machos adultos completamente solos. Su función es controlar y vigilar los grupos de hembras para detectar cuál de ellas entra en celo, y ejercer la función de semental.
Tanto machos como hembras, no son territoriales, y se mueven buscando básicamente tres cosas: alimento, cobertura vegetal donde guarecerse y tranquilidad. Y además, y muy posiblemente, por este orden. También el instinto de buscar hembras para aparearse puede ser un motivo importante que impulse a los machos a moverse mayores distancias.

GESTIÓN

La Administración Foral, última responsable de la ordenación, están practicando con el jabalí una política de improvisación cuya única finalidad ha sido durante muchos años el “quitarse de encima el problema de los daños”. Para Floren Markina, “Una adecuada gestión cinegética sería realizar una planificación para capturar un número de animales por temporada que consiga controlar una población, sin poner en riesgo la supervivencia de la especie, ni a corto ni a largo plazo”. “Desde la perspectiva de que la especie humana es fuertemente intervencionista con la naturaleza, la gestión de los montes se hace necesaria para equilibrar la balanza, y la actividad cinegética es una de las herramientas. No basta con abatir los cupos, hay que conservar un entorno de calidad para las especies, y garantizar un equilibrio de sus poblaciones con ellas mismas y con relación a su entorno.
Markina plantea que para realizar una buena gestión cinegética en una zona lo que más nos interesa es lo que queda en el monte, es decir los animales que consiguen superar la temporada de caza, ya que son los que van a determinar lo que tengamos la campaña siguiente. Nuestro deber es garantizar que no sólo que quede suficiente número de animales para que la reproducción sea buena, sino que sobrevivan los mejores, que queden suficientes animales adultos, principalmente hembras adultas, para que la reproducción sea de calidad y con viabilidad. Por lo tanto, un buen gestor debe estar al tanto, en todo momento, de lo que hay en el monte, tanto en cantidad como su estructura demográfica (relación de edades y sexos).

En este aspecto, en nuestro país, y en particular en Navarra no se viene haciendo ninguna gestión del jabalí, se abate todo lo que entra a los puestos. Cuanto más grande mejor, es decir que si en un puesto entra una hembra con sus crías, por supuesto a la primera que se abate es a la hembra. Aquí la temporada de caza comienza el primer domingo de septiembre y termina el último de febrero, es decir medio año cazando. Ninguna otra especie de caza mayor es castigada de esta forma, y aunque el jabalí es increíble en cuanto a su capacidad de adaptación y recuperación, se comienzan a notar síntomas de que la especie no puede soportar tanta presión. Tenemos unas poblaciones rejuvenecidas por una persecución indiscriminada –con edades medias de los animales entorno a los 20 meses-, y con unos modelos demográficos  que indican, a medio plazo, un probable colapso de las poblaciones.
En próximos artículos desarrollaremos algunas herramientas de gestión tanto del hábitat donde habitan, como de la forma de cazarlos para mejorar la gestión de esta especie, el control de sus enfermedades, la regulación normativa de los daños que ocasionan, y la prevención de los mismos.