El jabalí es una especie que desata pasiones entre los cazadores, pero también es causante de diferentes problemas, en la agricultura, en la ganadería, en la fauna salvaje y en el tráfico. Hoy contamos con la presencia de Floren Markina, colaborador habitual de ADECANA cuantas veces se lo solicitamos, biólogo de profesión, con gran experiencia y conocimientos en gestión cinegética y miembro de la empresa ARAN (Servicios Medioambientales).
En esta ocasión le hemos pedido que nos cuente algunas características del celo y de la reproducción de esta especie, cada día más abundante en nuestros campos y montes. Estas son sus palabras:
El jabalí tiene un período normal de celo que se desarrolla entre los meses de octubre y noviembre, posteriormente, tras aproximadamente tres meses y medio de gestación, se producen los partos entre los meses de marzo y abril, de esa forma el nacimiento de las crías ocurre en el momento más favorable del año, cuando más alimento hay disponible y las temperaturas son benignas.
La reproducción del jabalí está ligada al peso de las hembras, cuanto más peso tienen engendran un mayor número de crías. Las hembras adultas que pueden llegar a pesar de 70 a 80 kilos pueden tener y sacar adelante, tranquilamente 5 o 6 rayones, mientras que las hembras primerizas, con menor peso, apenas tienen 2 o 3 crías.
En una situación normal, las hembras no se reproducían hasta los dos años, edad en la que llegan a un peso de 35 o 40 kilos, pero actualmente y gracias a la abundancia de alimento del que disponen en ciertas zonas, ese peso lo adquieren ya en el primer año de vida y en ese momento entran en celo y se reproducen, en cualquier época del año, por eso actualmente tenemos crías prácticamente durante todo el año.
El jabalí es el único animal de ese tamaño que tiene una estrategia reproductiva parecida a la de los roedores, cuando disponen de alimento abundante y las condiciones son favorables, hay que reproducirse y cuanto más, mejor. Los jabalíes se están adaptando al nuevo medio en el que viven, a la nueva y mayor disposición de alimento, a la mayor disponibilidad de refugio y a la nueva y más suave climatología. El jabalí, al nacer tiene muy poca grasa corporal, por lo cual, esos rayones que nacerían en los meses de diciembre, enero y febrero, en inviernos con muchas heladas y nevadas, morirían, pero ¿que está sucediendo? Que debido a los inviernos benignos que tenemos actualmente, esas crías sobreviven, pudiendo reproducirse en diciembre del año siguiente.
Esta es la situación que está ocurriendo, sobre todo, en la Ribera de Navarra, donde antes había campos de cereal, ahora son inmensas masas de maíz que les ofrece cobertura y alimento, con lo cual se están reproduciendo, prácticamente durante todo el año.
El jabalí tiene una gran capacidad para sobrevivir, los rayones al nacer y durante el primer mes de vida son muy vulnerables, pues apenas tienen grasa y necesitan el alimento y el calor de la madre, pero a partir de los cuatro o cinco meses ya son capaces de sobrevivir por su cuenta. Como conviven en grupos de hembras con crías, esos rayones, a veces y si es necesario son adoptados por las hembras del grupo y eso les ayuda a sobrevivir.
En la caza, tendemos a abatir al ejemplar más grande, que suele ser el de mayor edad. Actualmente con la intensificación de su caza, necesaria para controlar la abundancia de esta especie, se está produciendo un efecto rejuvenecedor en las poblaciones de estos animales. En este momento, la edad media de los jabalíes es de 20 o 25 meses. Por lo tanto, la reproducción se lleva a cabo por hembras y machos juveniles. A esto se debe que sean escasos los buenos trofeos de jabalí, pues el tamaño de los colmillos y amoladeras de los machos depende, exclusivamente, de la edad del animal, no de su peso.
Los machos adultos, al contrario de lo que ocurre entre los carnívoros, respetan a las crías de su especie, sus únicos objetivos en la vida son, comer y reproducirse.
Las poblaciones de jabalíes están aumentando en número, pues todas las hembras jóvenes se reproducen. Cuando en el grupo hay hembras maduras, de cuatro o cinco años, estas ejercen un efecto inhibidor de la reproducción de las jóvenes, actualmente ya no están presentes esas hembras adultas, las hemos cazado y como consecuencia, todas las juveniles se reproducen de forma desordenada. Al final, la población crece demasiado.
Desde ADECANA queremos recalcar la importancia que tiene intentar respetar a estas hembras adultas, generalmente las más grandes, que encabezan los grupos al moverse o al huir de los perros. Son las matriarcas que dirigen y controlan las piaras, salen menos del monte, limitando los daños en la agricultura y los accidentes de tráfico por atropello.
Debemos respetarlas, en lo posible, como se hace, desde hace tiempo en toda Europa, incluso en Turquía, con magníficos resultados.
ADECANA quiere agradecer a Floren Markina su permanente disposición a prestarnos su valiosa colaboración, siempre que se lo solicitamos, muchas gracias, Floren.