El Campeo durante el verano
Las vacaciones es un buen momento para disfrutar del campo con el perro. El buen tiempo, el tiempo libre y los días largos estimulan a salir. También es el momento oportuno para ir poniendo al perro en forma para la caza de la codorniz. Pero salir en verano al campo no esta exento de riesgos.
Espigas: Es el problema más frecuente que vemos en perros que salen al monte durante el estío, especialmente en los de pelo largo. Diferentes tipos de gramíneas utilizan sistemas para sujetarse al pelo de los animales y diseminar sus semillas. Estos ingeniosos sistemas de difundirse que tienen estas plantas, crean bastantes problemas a los perros de caza.
Tres son los lugares por donde suelen introducirse las espigas. El primer lugar es entre los dedos, donde se clavan, se introducen y forman una característica tumefacción roja que supurar y que llamamos granuloma por cuerpo extraño. Aunque no es un problema grave, provoca cojera e impide sacar al animal al campo. Debemos intentar sacar la espiga, aplicando un poco de anestesia local y con unas pinzas, o de lo contrario el granuloma nos dará problemas durante tiempo. He visto en numerosas ocasiones introducirse espigas por los dedos y salir por el codo, ya que la espiga siempre va hacia delante, creando importantes trayectos fistulosos. Conviene revisar al perro las zonas interdigitales después de volver del campo.
Los oídos son otro de los puntos por donde las espigas suelen introducirse, creando mucho malestar y desazón en el perro. Debemos recurrir al veterinario para que la extraiga, habitualmente bajo sedación o anestesia, ya que pueden dañar gravemente el oído.
El punto más delicado por donde se puede introducir una espiga es el ojo, ya que se suelen ocultar detrás del párpado dando una gran reacción e inflamación del ojo y sus estructuras y donde no se las ve. Lesionan rápidamente la cornea, provocando ulceras por el constante roce. En esta circunstancia es importante actuar con rapidez o de lo contrario el perro perderá el ojo.
Golpes de calor: los perros, en general, soportan mejor el frío que el calor los perros, como mamíferos superiores que son, mantiene la temperatura entre rangos muy estrechos con una temperatura media de 38’5ºC, siendo la termorregulación un equilibrio entre el calor que el animal genera, el calor que pierde y la temperatura exterior.
Durante el verano, por las altas temperaturas, podemos tener problemas por sobrecalentamiento de los perros. Si la temperatura sobrepasa los 42’3 ºC existe peligro de que las vísceras internas se dañen de manera irreversible. Esto se puede dar en dos circunstancias: cuando dejamos el perro en un espacio cerrado, sin ventilación al sol (dentro de un coche al sol) y lo denominamos golpe de calor o cuando obligamos al perro a hacer ejercicio, al sol en pleno verano que denominamos sobrecalentamiento por esfuerzo. En ambos casos debemos bajar la temperatura lo antes posible para evitar daños irreversibles, sumergiendo el perro en agua y controlando la temperatura hasta que baje a 39ºC. Debemos llevar el perro al veterinario, aunque se reponga, para que le haga un análisis y compruebe que no han quedado secuelas.
Picaduras: salir al campo durante el verano significa estar expuesto a sufrir picaduras de diferentes insectos u ofidios. Avispas, abejas, arañas y escorpiones son habituales en el medio rural y activos durante los meses de calor. Las picaduras siempre son molestas y a veces graves si el numero de picaduras sufridas es alto, la cantidad del veneno es mucho o el animal es alérgico. Aplicar barro en las picaduras de avispas, abejas o tábanos es una medida socorrida y útil cuando se está en campo sin demasiados recursos.
Las picaduras de serpientes (en España siempre son víboras) son graves siempre, por lo que, estemos donde estemos, debemos recurrir a un veterinario con urgencia. Entre tanto debemos mantener el perro en reposos, aplicar un torniquete (si se puede, a los perros casi siempre les pican en la cabeza) e intentar succionar el veneno si localizamos la picadura, cosa que no es fácil entre el pelo.
Juan J. García Estévez
veterinario